
En la foto podéis ver a mi colega Sancho con cara de preocupación y es que así es como las gastan en el Sidecar, con un kilo de solomillazo que tú mismo te vas haciendo a la piedra. Con sal gorda gorda, como tiene que ser. Es este restaurante uno de los mejores y más emblemáticos de la ciudad. Siempre que viene alguien de fuera le llevo por allí, aunque sea sólo para probar sus delicias tapas y montados. Las croquetas de jamón son increíbles y delicias como los trigueros rebozados algo más allá de la comprensión.

Atención especial a los postres. Caseros, caseros. La tarta de queso con arándanos es algo de otro mundo.
A los que lo conozcan, que vuelvan. A los que no, QUE VAYAN. Es un lugar de obligada visita para el que quiera disfrutar de la buena gastronomía en Zaragoza.