domingo, 25 de mayo de 2008

Superpoderes

Ni más ni menos. Superpoderes es lo que da la Sopa Castellana (me gusta así, con mayúsculas), mítico entrante de la Sanabresa (C/ Amor de Dios), a dos pasos de mi casa, en el Barrio de las Letras. El santuario que hemos tomado Víctor y yo, como curación de nuestras almas tras un duro día de trabajo en el montaje de "Uno de los nuestros".

La Sanabresa me la descubrió el mismo Víctor hace unos cuantos años y hasta ahora no había vuelto a ir, pero estos días de catarro, la Sopa Castellana, me ha curado cualquier atisbo de enfermedad. ¿Qué lleva? Pues de todo. El caldo, como se aprecia en la foto, es de un naranja tóxico. Hay pan, jamón, huevo frito y vete a saber qué más. Yo la cargo bien de pimienta para que sea aún más explosiva. En el culico final, la pimienta hace estragos maravillosos... Da igual lo que se coma después y poco importa el vino de batalla, porque la Sopa Castellana es un hito y, posiblemente, lo mejor del día. Te devuelve las fuerzas, el ánimo y la energía para afrontar una dura tarde de montaje (o lo que sea necesario).

Totalmente recomendable y a un precio más que razonable. En pleno centro madrileño, menús de 8.50 y 9.50 son casi un hito, con lo que la Sanabresa se coloca en la punta de los locales de comida casera más maravillosos de la Villa y Corte. Y para los golosos, los postres son caseros y cojonudos. Las fresas con nata, una exquisitez, servidas con auténtica nata de pastelería, nada de mierdas en spray. Y los profiteroles, de toma pan y moja.

Además, en dos días de conocen. Cuando llegamos, ni nos preguntan, ya nos ponen las cucharas directamente y sonríen cuando, por tercer día seguido, nos atrevemos con la Sopa Castellana. Pero ¿es que hay algo mejor?