miércoles, 4 de noviembre de 2009
El chino de Plaza de España
lunes, 28 de septiembre de 2009
Defensa de Lo Viejo
En su día ya hablamos del Juantxo, que es un gran lugar donde darle bien a los bocatas de tortilla, sin embargo, hay multitud de opciones entre las callejuelas. El Sport es también una muy recomendable opción, en Gros, el Motor Club también ofrece unos suculentos pintxos. Y las posibilidades se extienden al infinito, sobre todo si además cuentas con las suerte de tener amigos de allí, que son de las gentes más amigables del planeta, y te metes una barbacoa entre pecho y espalda de quitar el hipo. Sin más, acudir a Donosti en momentos como el Festival de Cine es impagable, el cartel de este año lo dice todo:
domingo, 9 de agosto de 2009
Barrio Sur
Hubo un tiempo en que nos tomábamos algo allí tras salir de la Filmoteca, que está a tiro de piedra. Pero eso también era en otra época, cuando veíamos cine...
jueves, 2 de julio de 2009
Blanco y Negro
Podéis comprobar como Sancho, Forner y un servidor nos preparábamos para...
Ahí tenéis, las brasas junto a al patica de jamón. Qué más se puede pedir.
martes, 9 de junio de 2009
Tortilloak
Durante muchos años consideré a Donosti la mejor ciudad de esta tierra (no diremos este país, no queremos levantar ampollas). La sustituyó Barcelona. Poco detrás están Granada y, sí así son las cosas, Zaragoza. Pues Donosti es una ciudad de la hostia, cojonuda, donde te sientes como en casa. Quitando el txirimiri, todo es estupendo. Y en la parte vieja de Donosti hay un reducto de cordura que es el Juantxo.
En los últimos 90, mi colega Álvaro me decía aquella mañana de septiembre, en pleno festival de cine: Ya verás esta noche cuando vayamos al Juantxo. ¡Menudos bocatas de tortilla! ¡¡Que se sale por los lados!! Como buen maño, yo pensaba que Álvaro exageraba. Pero no. Estaba en lo cierto.
El bocata por excelencia en Donosti es en el Juantxo. Puede ser de calamares, de ternera o de lo que quieras. Yo, opto por la tradición maña y darle bien al de tortilla de patata. Es espectacular. Sólo de recordarlo me viene la cara de Álvaro intentando atrapar la tortilla que, traviesa, se escapa por los costados.
La única pega para los que no hablamos euskera, es que es preferible pedir así. Pero te aceptan el castellano con cara de póker y piden con un tono característico los bocatas a la cocina, a través de un interfono.
Comer en el bar es imposible, así que lo tienen todo estudiado para dártelo para llevar. Así que te sales a la calle y, allí en lo viejo, buscas un buen lugar, si es con vistas al mar mejor, que los de secano siempre lo echamos en falta, y hala ¡a luchar contra la tortilla!
sábado, 16 de mayo de 2009
Sidecar
En la foto podéis ver a mi colega Sancho con cara de preocupación y es que así es como las gastan en el Sidecar, con un kilo de solomillazo que tú mismo te vas haciendo a la piedra. Con sal gorda gorda, como tiene que ser. Es este restaurante uno de los mejores y más emblemáticos de la ciudad. Siempre que viene alguien de fuera le llevo por allí, aunque sea sólo para probar sus delicias tapas y montados. Las croquetas de jamón son increíbles y delicias como los trigueros rebozados algo más allá de la comprensión.
Además, lo puedes regar todo con una botella de Dinastía Vivanco y ¡para qué queremos más! Los corazones de alcachofa, los pimientos del piquillo, las pataicas asadas, la sepia... pero, para mí, la estrella de la casa es la Ensalada Sidecar. Una auténtica muestra de sabiduría y buen hacer. Y es que el Sidecar se caracteriza porque está bajo los mandos de unos auténticos profesionales de la hostelería. Pablo, José y los demás presentan los platos con un gusto exquisito, disponen del mejor género y te atienden con la gentileza y prestación que hacen de esta ciudad grande. Además, son tíos de puta madre.
sábado, 25 de abril de 2009
El Zorro soy yo!
Luego me dijeron lo de pinchar y claro, los lazos se estrecharon aún más. Cuatro años, el invierno pasado me lo pasé pinchando allí jueves y sábados, hubo momentos gloriosos. Yo pinchaba rock y había días en que hacíamos el Angus encima de la barra las camareras y yo, o que la gente salía a llamar a sus colegas para que vinieran porque hacía tiempo que no encontraban un garito con la música así (deberían haberse pasado por La Taberna del Holandés, ¿verdad Eus?). Grandes días aquellos... Sé que hay muchos que podrían decir que es poco tiempo para querer a un bar. Podrá ser corto, pero ha sido tan intenso que ha contado como el triple o más.
El 30 de agosto de 2007, El Panchi, Eduardo, Álvaro y yo fuimos al Nuevo Zorro. Casi me suicidio. El Zorro de los ojos azules. La misma música, la misma gente, pero la decoración totalmente distinta. Un sitio cool, parece un bar de poperos. Hasta daba palo tirar las pipas al suelo, joder está todo tan pichin... Lo comenté con Asun, ella me dijo que le daba miedo que empezaran a venir pijos. Yo no pensaba que vengan, pero fue una decepción enorme.
Sin embargo, no ocurrió ningún mal presentimiento. Todo lo contrario. El Zorro mantuvo (y mantiene) su espítiru contra viento y marea. Lo que pasbaa es que en el viejo Zorro te sentías en casa porque era un antro, con su puerta de mierda, sus cristales hechos polvo, su mugre, su estilo ecléctico fruto de algún colocón...
sábado, 4 de abril de 2009
El Templo del Gato
miércoles, 18 de febrero de 2009
Camarena, 71
¡Qué voy a decir de las bondades de estos personajes extraordinarios! ¡Si hasta son familia mía! Pero baste, con que nada más entrar, Sancho ya te atiborra de regañaos, trenzas, salchichas, longanizas, chorizos, delicias de teruel y demás productos de su tierra. El otro día nos brindó una fideguá de su madre que estaba para chuparse los dedos. Desde esta humilde página un saludo para Tina.
Desde hace tiempo, soy un asiduo a su casa. Yo suelo llegar a la hora del vermut, como a mi me gusta, lo justo para preparar unos gin-tonics bien suaves antes de comer y empezar de buena gana. Normalmente, Luque no dice nada, pero sé que los quiere. Sancho suele negarse, pero se le convence con rapidez. Otros habitantes de la casa, como Pablo (la conexión argentina) son más sensatos y huyen de las tentaciones.
Y claro, después de comer opíparamente, más gin-tonics. Y los preparo así, como en la foto. En copa y con cortecica de limón tan solo, nada de pulpa.
Además, mientras los preparas, puedes ver por la ventana de la cocina las montañas en el horizonte, así, la melancolía de esta primavera se lleva mejor.
A todo el que pueda, que no dude en contactar con tan ilustres personas, pues créanme señores del jurado que pocos lugares con tanta calidad y tanta calidez encontraran en esta tierra. Sobre todo en una ciudad satánica como Madrid.