Este 2008 es el año chino de la Rata, un animal con el cual los que intervendremos en este humilde blog nos sentimos muy identificados (Aquí las razones). Hoy da comienzo una ruta por los bajos fondos de la ciudad, un recorrido por los mejores bares, los mejores restaurantes y esos rincones de algunas ciudades - conocidas o por conocer - que merece la pena visitar.
Para empezar con buen pie, lo haremos con un gran local del barrio de la Magdalena de Zaragoza, la Antigua Casa Paricio, sita al final del Coso, casi ya en las Tenerías. Este establecimiento, existía ya desde tiempos inmemoriales como bodega de vinos a granel. Con el tiempo se ha reconvertido en un reconocido surtidor de vermuts caseros (con el correspondiente sifón. Sí, sí, sifón) y un maravilloso surtido de conservas, destacando los mejillones, navajas, tacos de atún y berberechos. No hay nada, como un mediodía de domingo, gustando un vino de la tierra (Aylés es mi recomendación) contrastando con el sabor metálico de sus mejillones, para mí, la piéce de resistance y el motor que me hace ir allí con mi gran amigo Eus.
Con todo, hay que decir que la estrella de la casa - al menos por lo que es conocido el sitio en Zaragoza - son las anchoas. Yo no soy un asiduo a este manjar, pero todo el que las prueba, dice que no hay anchoas igual en toda la ciudad. Mi amigo Eus, Kase.o y su colega Diego, sin ir más lejos, dieron buena cuenta de ellas este mismo domingo.
Además, el negocio es familiar y se nota. El servicio es notabilísimo, entrañable a la hora de servir, acompañado de una confianza como pocas veces se ve. El precio es más que razonable y la compañía de gente del barrio - tanto veteranos de toda la vida, como jóvenes aventureros - hace un disfrute de esta antigua bodega en el corazón de la Magdalena.
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