Se acerca el puente del 1 de mayo y sé perfectamente lo que eso significa: una buena dosis de juerga en Zaragoza. Así que, para matar el gusanillo hasta que llegue, qué mejor que rememorar uno de los mejores antros de la ciudad.
El Sena, emplazado en la calle Reina Fabiola, es quizá el último bastión de los supervivientes de la noche. Un bar que abre las 24 horas del día, 365 días al año. En su extensa barra se pueden contemplar algunas de las mejores piezas de la ciudad. La tortilla de patata es mítica, las croquetas soberbias, la longaniza incombustible, la morcilla morrocotuda, la sepia y calamares de toma pan y moja y, señoras y señores, las albóndigas son SIN DUDA las mejores de toda la ciudad. En salsa de tomate casero, con pimientitos troceados es una auténtica bendición a altas horas de la noche.
El ambiente del Sena es distendido y decrépito (en el mejor de los sentidos). Si sobrevives a su baño, puedes considerar un auténtico truhán. Los camareros son la leche y sirven rápido y eficazmente. Es conveniente saber que hay que pagar al instante, pero no es caro. Entre su público hay viejales que rematan la noche o empiezan fuerte el día, adolescentes trasnochados, pijillas de segunda, auténticos maromos de Las Fuentes y sabandijas - entre las que se incluye un servidor - que salen de allí con la misma cara de felicidad que tiene mi amigo Álvaro en la foto. El contenido de su plato no es otra cosa que un remix de nuestra propia cosecha. Cuando la noche ya ha acabado contigo y sabes que tienes los minutos contados y debes engullir deprisa y retirarte vilmente, un combi de longaniza, sepia y albóndigas puede darte la vida... O la muerte.
Totalmente recomendable para los que no lo conozcan. Y en cuanto al Zorro y Loro, para otro día. Poco a poco y con paciencia...
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